Escribe Raúl David Caballero - Tal como lo señalamos en el comentario de la semana, nuevas encuestas conocidas durante el fin de semana impactaron de lleno en el escenario político local, al confirmar que las medidas económicas nacionales en vigencia cambiaron fuertemente las expectativas en todo el Conurbano. Amplias franjas de votantes de Cambiemos expresan su desilusión y ubican a Molina como parte del problema. 

Así, desde Provincia se fortaleció necesidad de un cambio de rumbo, buscando evitar una próxima derrota de Cambiemos en Quilmes. 
Tras su ingreso a la arena política, a mediados de 2015 y en sólo seis meses, Molina se transformó en novedad y locomotora de Cambiemos en la Tercera Sección Electoral. Estuvo considerado aún por sobre el intendente Néstor Grindetti de Lanús, que venía de ser ministro de Hacienda de la Ciudad de Buenos Aires, junto propio Mauricio Macri.
 
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Por razones que se expresaron en aislamiento y distancia, la realidad siempre empecinada y hasta contradictoria, lo fue mostrando en buenas relaciones con referentes ligados a gobiernos anteriores, tanto del villordismo como del gutierrismo, lo que ayudó a poner más en entre dicho buena parte de su propuesta electoral. 

REPUTACIÓN
A poco de cerrar su tercer año en el cargo, tal como admiten en el círculo más cercano del Intendente, la Gobernadora "no le soltó la mano a Martiniano". Toda una definición,  que en nuestra ilustración de un tren, ubica a lo que fuera una locomotora, ya como un vagón de la formación. 

Es un dato aceptado, que más allá del humor local muy afectado por el bolsillo de los vecinos, en despachos cercanos a la gobernadora Vidal y de la Casa Rosada, Molina ha ido cediendo reputación para pasar a cosechar ponderaciones propias a un furgón de cola político. Le critican su gestión. 



Además de los "programas enlatados" -como por ejemplo, el Metrobus, los asfaltos, el ensanchamiento de Mitre, los bajos vías y las rampas en ochavas-, la ciudad tiene "intervenidas" las áreas de Fiscalización y Control y la propia secretaría de Obras Públicas, por Miguel del Castillo y Francisco Milia, llegados con mandatos desde fuera de Quilmes. 

REALIDAD
Más allá de este panorama crudo, persisten cinco realidades claves: 

-    Primero. En la Tercera Sección Electoral se librará la madre de las batallas en las elecciones ejecutivas del 2019. 

-    Segundo: Quilmes junto a Lanús, son dos distritos que Cambiemos necesita para aportar a su cosecha mayor. 

-    Tercero. La oposición aún no cuenta con armado unido, con referentes claros y taquilleros; tampoco a nivel local.  

-    Cuarto: Molina, en una última recorrida por el Distrito junto a su actual secretario de Servicios Públicos, comprobó que de mantenerse el rumbo de los hechos, su suerte política está echada.
 
-    Quinta: Todo indica que el proceso electoral del año próximo en el que se define el futuro Presidente de la Nación, la Gobernación y la Intendencia, transcurrirá en un escenario económico parecido al actual, con mucho más humor por imperio de la recesión con inflación que se anuncia. El vínculo con la ciudadanía y los temas de gestión que la ciudadanía reclama serán claves.  

Con estos elementos sobre la mesa se puede esbozar una explicación al volantazo que Molina busca dar y que tiene una primera expresión en su gabinete. Muy atrás quedó su trabajo conjunto con el Radicalismo que aún lidera Fernando Pérez; también quedó roto aquel vínculo primero con el actual senador provincial Eduardo Schiavo. 
Por estos días, desde despachos nacionales y provinciales se cuestionan los criterios que se terminaron imponiendo en Quilmes, a la hora de afectar viejas estructuras del Estado municipal, al ritmo proclama Cambiemos.

La administración de la ciudad ingresa en "plan electoral" y nosotros estaremos aquí para comentárselo.